Apenas soy capaz de ver nada con la lluvia de flashses, ni de reconocer voces amigas entre las mil que gritan más allá de la Alfombra Roja. Ante este confuso caos, del cual yo soy el epicentro, mi única defensa es sonreír. Sonrío dirigiendo la vista a cada cámara antes de que dispare, sin mirarla realmente, sin sonreír realmente. Con mi cara recia de posado, mi cara congelada e hipermaquillada dirigiéndose mecánicamente a cada objetivo cada vez que un reportero grita ¡Foto! Un giro neumático de cuello, una tensión aséptica de los músculos de las mejillas, y fabrico una pose aceptable, casi vendible. Como un truco de magia: nada por aquí, nada por allá.
Julián me dijo que esta vez tratase de poner algo más de esfuerzo con la prensa, pero me es imposible. No soy capaz de sentirme cómoda en este bullicio artificial. La histeria colectiva me deshumaniza, rebaja mi espíritu a la suela de mis tacones. Después de todo, sé que mañana no pasaré de una o dos líneas al final de un artículo en el periódico. Si la película sale bien parada tal vez incluso mencionen mi nombre por ahí. Pero, en cualquier caso, quedará ahogada en el titánico ruido de las grandes producciones palomiteras.
También sé que varias de las fotos que insistentemente se empeñan en tomar los reporteros aparecerán en distintas revistas para preadolescentes obsesionadas con la moda, o para menopáusicas cotillas, con el titular de “Los mejores vestidos de la gala 2013”. Nada más. No preocupará a nadie si he sido o no buena actriz, ni las infinitas horas extras para ensayos, ni toda la organización, el trabajo y la ilusión para que esto saliera adelante. En otra línea, dirán que iba acompañada de dos chicos, y todo girará en torno a eso,
a cuál le ponía ojitos, o si alguno fue un poco más galán que el otro conmigo.
No mencionarán en ningún sitio que escribí por mi cuenta un guion único, rompedor y elaboradísimo. No mencionarán las peregrinaciones por estudios o la interminable búsqueda de financiación. Cualquier modelo a seguir que podría ofrecer quedará eclipsado por la pregunta “¿Vistes de forma hortera?”.
Y flaqueo. Hay algo en todas las “Grandes Noches” que siempre me hace caer, rodar hasta un fondo oscuro donde estoy sola y no llegan ni los ecos de sus halagos superficiales. Volverme humo. Tal vez nunca llegue a hacer una película lo bastante buena, o tal vez nunca llegue a importar lo buena que sea, mientras haya una cara más bonita, un marketing mejor financiado pisando la misma Alfombra. Ahora los periodistas nos dicen que avancemos, toca el minuto de fama de los siguientes. Me fallan las piernas cuando voy a empezar a andar. Los brazos de mis compañeros me sostienen por un segundo. Mi cuerpo se mantiene, pero yo ya he rodado colina abajo. Entonces escucho un sonido por detrás. Es el clic de una cámara. Una cámara traidora que dispara por la espalda, donde no tengo herramientas para fingir; una cámara aliada que no se fija en mi vestido, ni en mi cara de posado, ni en mi maquillaje. Es una cámara que mira donde yo miro, y recoge lo mismo que yo recojo, como un asomarse, como la empatía en un instante, como una foto. Y, durante ese segundo, nos tocamos esquivando el ruido, y sonrío humanamente.
Fotografía de la siempre genial Maremoto.
Sonreír humanamente es un privilegio del que no todos disfrutamos. Se curvan los labios y muestran un poco los dientes pero es un gesto a veces tan superfluo y con significado nulo, que ya no tiene ninguna credibilidad. Hasta que de repente alguien/algo te muestra la humanidad de una verdadera sonrisa.
ResponderEliminarBesotes!
Precioso y preciso. Enhorabuena!
ResponderEliminarDespués de tantas sonrisas fingidas, esa sonrisa final es un respiro necesario.
ResponderEliminarEs muy triste que sólo se valoren cosas tan sumamente superficiales sin tener en cuenta el esfuerzo que hay detrás.
Un abrazo!
Es como si al leerlo me convirtiera en ella. Es aterradoramente sublime.
ResponderEliminarUn abrazo!
Sencillamente, otra prueba más de tu talento como escritor. Ni sobra ni falta una palabra.
ResponderEliminarEs genial...Un hombre escribiendo pensamientos femeninos...La mente infectada por torrentes de pensamientos camuflados en una sonrisa, una sonrisa femenina...
ResponderEliminarEs un relato muy bueno Ehse.
Un abrazo!
Me parece genial la forma en la que te metes en la piel de tu protagonista y haces aflorar unos pensamientos inconfesables.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy bueno, me ha encantado.
ResponderEliminarSaludos
Buen texto, y como dice mi director de teatro......"no hay nada que demostrar", a nadie......
ResponderEliminarUn saludo!
Sublime. Eres un gran escritor, sabes? ;)
ResponderEliminarUn abrazo.